La tierra ha evolucionado mediante procesos geológicos y
biológicos que han dejado vestigios de las condiciones originales. La
superficie externa se halla fragmentada en varias placas tectónicas que se van
desplazando muy lentamente a medida que avanza el tiempo geológico (si bien al
menos varias veces en la historia han cambiado de posición relativamente
rápido). El interior del planeta permanece activo, con una gruesa capa de
materiales fundidos y un núcleo rico en hierro que genera un potente campo
magnético. Las condiciones atmosféricas han variado significativamente de las
condiciones originales por la presencia de formas de vida, que crean un
equilibrio ecológico que estabiliza las condiciones de la superficie. A pesar
de las grandes variaciones regionales del clima por la latitud y otros factores
geográficos, el clima global medio a largo plazo está regulado con bastante
precisión, y las variaciones de un grado o dos en la temperatura global media
han tenido efectos muy importantes en el equilibrio ecológico y en la geografía
de la Tierra.
Movimientos de la Tierra
La Tierra está en contínuo movimiento. Se desplaza, con el
resto de planetas y cuerpos del Sistema Solar, girando alrededor del centro de
nuestra galaxia, la Vía Láctea. Sin embargo, este movimiento afecta poco
nuestra vida cotidiana.
Más importante, para nosotros, es el movimiento que efectua
describiendo su órbita alrededor del Sol, ya que determina el año y el cambio
de estaciones. Y, aún más, la rotación de la Tierra alrededor de su propio eje,
que provoca el día y la noche, que determina nuestros horarios y biorritmos y
que, en definitiva, forma parte inexcusable de nuestras vidas.
El movimiento de traslación: el año
El movimiento de traslación: el año
Por el movimiento de traslación la Tierra se mueve alrededor
del Sol, impulsada por la gravitación, en 365 días, 5 horas y 57 minutos,
equivalente a 365,2422 días, que es la duración del año. Nuestro planeta
describe una trayectoria elíptica de 930 millones de kilómetros, a una
distancia media del Sol de 150 millones de kilómetros. El Sol se encuentra en
uno de los focos de la elipse. La distancia media Sol-Tierra es 1 U.A. (Unidad
Astronómica), que equivale a 149.675.000 km.
Como resultado de ese larguísimo camino, la Tierra viaja a
una velocidad de 29,5 kilómetros por segundo, recorriendo en una hora 106.000
kilómetros, o 2.544.000 kilómetros al día.
La excentricidad de la órbita terrestre hace variar la
distancia entre la Tierra y el Sol en el transcurso de un año. A primeros de
enero la Tierra alcanza su máxima proximidad al Sol y se dice que pasa por el
perihelio. A principios de julio llega a su máxima lejanía y está en afelio. La
distancia Tierra-Sol en el perihelio es de 142.700.000 kilómetros y la
distancia Tierra-Sol en el afelio es de 151.800.000 kilómetros.
Cada 24 horas (cada 23 h 56 minutos), la Tierra da una
vuelta completa alrededor de un eje ideal que pasa por los polos. Gira en
dirección Oeste-Este, en sentido directo (contrario al de las agujas del
reloj), produciendo la impresión de que es el cielo el que gira alrededor de
nuestro planeta.
A este movimiento, denominado rotación, se debe la sucesión
de días y noches, siendo de día el tiempo en que nuestro horizonte aparece
iluminado por el Sol, y de noche cuando el horizonte permanece oculto a los
rayos solares. La mitad del globo terrestre quedará iluminada, en dicha mitad
es de día mientras que en el lado oscuro es de noche. En su movimiento de
rotación, los distintos continentes pasan del día a la noche y de la noche al
día.
Por encima tenemos la atmósfera, una capa de gases a los que
llamamos aire, formada a su vez por una serie de capas, que funciona como
escudo protector del planeta, mantiene la temperatura y permite la vida. En las
hendiduras y zonas bajas de la corteza, agua, mucha agua líquida y, en los
polos, helada. Por debajo de la corteza, una serie de capas en estado pastoso,
muy calientes, y con una densidad creciente hasta llegar al núcleo de la
Tierra, de nuevo, sólido, metálico, denso, ...
Magnetismo y electricidad en la Tierra La Tierra se comporta
como un enorme imán. El físico y filósofo natural inglés William Gilbert fue el
primero que señaló esta similitud en 1600, aunque los efectos del magnetismo
terrestre se habían utilizado mucho antes en las brújulas primitivas.
La Tierra, un planeta azul
La Tierra, un planeta azul Los astronautas siempre describen la Tierra como "El Planeta Azul", debido a su color, y las fotos captadas desde el espacio lo demuestran. Los responsables de estas tonalidades son los océanos y los gases de la atmósfera, es decir, los dos componentes "externos" a la corteza terrestre.
La Tierra, un planeta azul Los astronautas siempre describen la Tierra como "El Planeta Azul", debido a su color, y las fotos captadas desde el espacio lo demuestran. Los responsables de estas tonalidades son los océanos y los gases de la atmósfera, es decir, los dos componentes "externos" a la corteza terrestre.
Es en estas tres capas - corteza, hidrosfera, atmósfera -,
donde se dan las condiciones adecuadas para que se desarrolle y mantenga la
vida. Tanto la cobertura de agua como la de aire son únicas en todo el Sistema
Solar.
La Hidrosfera
Llamamos hidrosfera al conjunto de toda el agua que hay
sobre la superficie de la Tierra: océanos, mares, ríos, lagos, pantanos,
glaciares, polos, ... Se formó en una época temprana de la evolución terrestre,
a partir del vapor producido por las serupciones volcánicas, cuando eran más
frecuentes que en la actualidad. El vapor se condensó formando nubes que luego
provocaron lluvias torrenciales a lo largo de millones de años. Puede que la
historia bíblica de Noé pretenda explicar este fenómeno aunque, evidentemente,
cuando ocurrió no había humanos.
La mayor parte del agua se encuentra en los océanos, que
cubren casi las tres cuartas partes de la superfície terrestre. En el
hemisferio norte, las aguas ocupan unos 154 millones de km. cuadrados, frente a
los 100 de las tierras emergidas. En el hemisferio sur, en cambio, los mares
ocupan 206 millones de km. cuadrados, frente a los sólo 48 millones de km.
cuadrados de tierra firme.
En la Tierra hay unos 1.400 millones de km. cúbicos de agua,
de los cuales, sólo el 3,5 % es agua dulce y, de esta, la mayoría se encuentra
en forma de hielo, en los polos. Esta enorme cantidad de agua ayuda a
amortiguar las diferencias de temperatura que se producirían en las distintas
estaciones del año o entre el día y la noche.
La Atmósfera
Inicialmente, la Tierra tenía una atmósfera muy distinta de la actual. Las erupciones volcánicas constantes emitieron enormes cantidades de vapor de agua que, al precipitarse, formó mares y océanos.
Inicialmente, la Tierra tenía una atmósfera muy distinta de la actual. Las erupciones volcánicas constantes emitieron enormes cantidades de vapor de agua que, al precipitarse, formó mares y océanos.
Aire y agua
Allí surgieron las primeras algas que empezaron a consumir
dióxido de carbono y fabricar oxígeno. Como el primero abundaba y, sin embargo,
no había animales que consumiesen el segundo, las algas proliferaron y, al cabo
de millones de años, habían conseguido transformar la atmósfera inicial en otra
de composición parecida a la actual.
La atmósfera no es uniforme. La mayoría del aire se
concentra en los 15 km. más próximos a la superficie terrestre. Desde el suelo,
la atmósfera tiene diversas capas: troposfera, estratosfera, mesosfera, termosfera,
exosfera y magnetosfera. Debido a la diferencia de densidades, presión y
temperatura entre las diversas capas, o entre distintas zonas del planeta, la
atmósfera presenta cambios constantes que determinan lo que llamamos
"tiempo atmosférico" o clima.
La atmósfera mantiene la temperatura del planeta
relativamente estable y actúa como escudo protector contra diversos tipos de
radiaciones que resultarían letales para los seres vivos. También protege la
superficie terrestre del impacto de los meteoritos, la mayoría de los cuales,
se desintegran al chocar con las capas altas de la atmósfera, a altísimas
velocidades.
Las capas de la Tierra
Las capas de la Tierra Si hacemos un corte que atraviese la
Tierra por el centro encontraremos que, bajo la corteza, hay diversas capas
cuya estructura y composición varía mucho. La Tierra es uno de los planetas
sólidos o, al menos, de corteza sólida, ya que no todas las capas lo son.
Capa interna
Espesor aproximado Estado
físico
Corteza 7-70
km Sólido
Manto superior 650-670
km Plástico
Manto inferior 2.230
km Sólido
Núcleo externo 2.220
km Líquido
Núcleo interno 1250 km Sólido
La corteza terrestre
La corteza terrestre tiene un grosor variable que alcanza un
máximo de 75 km bajo la cordillera del Himalaya y se reduce a menos de 7 km en
la mayor parte de las zonas profundas de los océanos. La corteza continental es
distinta de la oceánica.
La capa superficial está formada por un conjunto de rocas
sedimentarias, con un grosor máximo de 20-25 km, que se forma en el fondo del
mar en distintas etapas de la historia geológica. La edad más antigua de estas
rocas es de hasta 3.800 millones de años. Por debajo existen rocas del tipo del
granito, formadas por enfriamiento de magma. Se calcula que, bajo los sistemas
montañosos, el grosor de esta capa es de más de 30 km. La tercera capa rocosa
está formada por basaltos y tiene un grosor 15-20 km, con incrementos de
hasta 40 km.
A diferencia de la corteza continental, la oceánica es geológica mente joven en su totalidad, con una edad máxima de 180 millones de
años. Aquí también encontramos tres capas de rocas: la sedimentaria, de anchura
variable, formada por las acumulaciones constantes de fragmentos de roca y
organismos en los océanos; la del basalto de 1.5 a 2 km de grosor, mezclada con
sedimentos y con rocas de la capa inferior y una tercera capa constituida por
rocas del tipo del gabro, semejante al basalto en composición, pero de origen
profundo, que tiene unos 5 kilómetros de grosor. Parece que la corteza oceánica
se debe al enfriamiento de magma proveniente del manto superior.
Magnetismo y electricidad en la Tierra
El magnetismo de la Tierra es el resultado de una dinámica,
ya que su núcleo de hierro de la Tierra no es sólido.
Por otra parte, en la superficie terrestre y en la atmósfera
se generan diversas corrientes eléctricas producidas por diversas causas,
además de un intercambio constante de electricidad entre el aire y la Tierra.
El campo magnético terrestre
La Tierra posee un poderoso campo magnético, como si el
planeta tuviera un enorme imán en su interior cuyo polo sur estuviera cerca del
polo norte geográfico y viceversa. Aunque los polos magnéticos terrestres
reciben el nombre de polo norte magnético (próximo al polo norte geográfico) y
polo sur magnético (próximo al polo sur geográfico), su magnetismo real es el
opuesto al que indican sus nombres.
Las posiciones de los polos magnéticos no son constantes y
muestran notables cambios de año en año. Cada 960 años, las variaciones en el
campo magnético de la Tierra incluyen el cambio en la dirección del campo
provocado por el desplazamiento de los polos. El campo magnético de la Tierra
tiene tendencia a trasladarse hacia el Oeste a razón de 19 a 24 km por año.
Electricidad terrestre
Electricidad terrestre
Se conocen tres sistemas eléctricos generados por procesos
naturales. Uno está en la atmósfera. otro está dentro de la Tierra, fluyendo
paralelo a la superficie, y el tercero, que traslada carga eléctrica entre la
atmósfera y la Tierra, fluye en vertical.
La electricidad atmosférica es el resultado de la ionización
de la atmósfera por la radiación solar y a partir del movimiento de nubes de
iones. Estas nubes son desplazadas por mareas atmosféricas, que se producen por
la atracción del Sol y la Luna sobre la atmósfera. Suben y bajan a diario, como
ocurre en el mar. La ionosfera constituye una capa esférica casi perfectamente
conductora.
Las corrientes de la Tierra constituyen un sistema mundial
de ocho circuitos cerrados de corriente eléctrica distribuidos de una forma
bastante uniforme a ambos lados del ecuador, además de una serie de circuitos
más pequeños cerca de los polos. La superficie de la Tierra tiene carga
eléctrica negativa. La carga negativa se consumiría con rapidez si no se
repusiera de alguna forma.
Se ha observado un flujo de electricidad positiva que se
mueve hacia abajo desde la atmósfera hacia la Tierra. La causa es la carga
negativa de la Tierra, que atrae iones positivos de la atmósfera. Al parecer,
la carga negativa se traslada a la Tierra durante las tormentas y el flujo
descendente de corriente positiva durante el buen tiempo se contrarresta con un
flujo de regreso de la corriente positiva desde zonas de la Tierra con
tormentas.
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